domingo, 3 de junio de 2012

LOS CUATRO ACUERDOS


Hoy quiero hablar de un libro que llamo mi atención, de sabiduría tolteca, escrito por Miguel Ruiz, “los cuatro acuerdos” en el se menciona que el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por distintos linajes de naguales. El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la Tierra, y, si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor. 

Algo con lo que arranca este libro es darnos a conocer que nosotros no escogimos nuestra lengua, ni nuestra religión ni nuestros valores morales: ya estaban ahí antes de que naciéramos. Nunca tuvimos la oportunidad de elegir qué creer y qué no creer. Nunca escogimos ni el más insignificante de estos acuerdos. Ni siquiera elegimos nuestro propio nombre, pero a través de esta domesticación aprendemos a vivir y a soñar. En la domesticación humana, la información del sueño externo se transfiere al sueño interno y crea todo nuestro sistema de creencias. 

Sin embargo también nos mencionan que si no estamos de acuerdo con ese tipo de predeterminaciones podemos encontrar nuestro anhelado equilibrio interior que lleva a la felicidad. Para lograrlo, se pueden poner en práctica cuatro acuerdos según la sabiduría tolteca. 

1. "Sé impecable con tus palabras". 
2. "No te tomes nada personalmente". 
3. "No hagas suposiciones". 
4. "Haz siempre lo máximo que puedas". 

Antes de empezar a dar una síntesis de estos 4 acuerdos, debemos ser precisos en lo siguiente: «No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento». 

Bueno, en el primer acuerdo "Sé impecable con tus palabras". Nos concientiza de la fuerza y poder que tienen estas, se habla como un acto de liberación de energía la cual puede ir cargada de cierta manera ya sea negativa y positiva y afectar a quien la recibe. Además las consecuencias que puede esta causar debido a la forma o intención con que sea mencionada, pero más importante aun la forma en que el receptor la tome; es decir es malo ofender, pero más malo aún es el aceptar la ofensa, por lo tanto las palabras son la herramienta más poderosa que tenemos como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un Infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el Cielo en la Tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia negra. 

El segundo acuerdo "No te tomes nada personalmente" es consecuencia directa del primero, Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Si lo tomamos personalmente es porque estamos de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del Infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Pero si no lo tomamos personalmente, seremos inmunes a todo veneno aunque te encuentres en medio del Infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo.

Por lo tanto cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad. Nunca eres responsable de los actos de los demás; sólo eres responsable de ti mismo. Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran. 

El tercer acuerdo “"No hagas suposiciones". Se dice que cuando tendemos a hacer suposiciones sobre todo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan –nos lo tomamos personalmente–, y después, los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas. Hacemos una suposición, comprendernos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada. Hacer suposiciones, no es malo, lo que es malo es el hecho de creérselas, y es que este fue un punto muy bien abordado especialmente por la trascendencia que alcanza ya que nuestras suposiciones nos llevan a formarnos juicios falsos que a la larga terminaran por entristecer nuestra existencia, conduciéndonos a ahogarnos en un vaso de agua. 

Por último del cuatro acuerdo “Haz siempre tu máximo esfuerzo” este permite que los tres acuerdos se conviertan en hábitos profundamente arraigados, se dice que bajo cualquier circunstancia, siempre hay que hacer tu máximo esfuerzo, ni más ni menos, pero que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno, además Independientemente del resultado, siempre hay que hacer el máximo esfuerzo, ni más ni menos. Sí intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final el rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches. 

Si se emprende la acción por el puro placer de hacerlo, sin esperar una recompensa, se descubrirás que disfrutas de cada cosa que se lleva a cabo. Las recompensas llegarán, pero tú no estarás apegado a ellas. Si no esperas una recompensa, es posible que incluso llegues a conseguir más de lo que hubieses imaginado. Si nos gusta lo que hacemos y si siempre hacemos nuestro máximo esfuerzo, entonces disfrutamos realmente de nuestra vida. Nos divertimos, no nos aburrimos y no nos sentimos frustrados. 

Hay que ser, arriesgarnos a vivir y disfrutar de nuestra vida, es lo único que importa. Decir que no cuando quieras decir que no, y decir que sí cuando quieras decir que sí. Tenemos derecho a ser nosotros mismo. Y sólo lo podemos hacer cuando hacemos nuestro máximo esfuerzo, cuando no lo haces, negamos el derecho a ser nosotros mismos. Esta es una semilla que debemos nutrir en nuestra mente. No necesitamos muchos conocimientos ni grandes conceptos filosóficos. No necesitas que los demás nos acepten. Si somos impecable con nuestras palabras, no tomamos nada personalmente, no hacemos suposiciones y siempre hacemos lo máximo que podamos, nuestra vida será maravillosa estos son los cuatro acuerdos que mencionan los toltecas.

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