Au no logro comprender, todo en mi cabeza lo tengo borroso y es que te acercas con un impulso eléctrico que recorre todo mi cuerpo hasta tal punto de paralizarme, aun así te miro fijamente y con elocuencia me hablas de todo lo que alguna vez vivimos, horas, segundos, minutos; me dices de forma tan espontanea como si estuviéramos viendo una cinta de cine, en donde tú comentas cada fragmento de la película.
Puedo tener claro algo y es que muchas veces los lazos unen, conectan, a pesar de la distancia, el tiempo y la mismas eventualidades, sin embargo aun así ya no seremos lo que algunas vez fuimos, porque la esperanza es el amanecer que surge de nuestro tiempo receptivo y ese amanecer torno dimensiones abstractas por lo menos no congruentes, ese significado del todo y la nada se diversifica con tu presencia, porque eso eres, fuiste y pudiste ser.
Es preciso reconocer el arrullo que me acerca al continuar el día, saborear la tibieza de los pensamientos, sentarse en un rincón en medio de la nada, con la brisa de un murmullo que sabotea los escenarios más hermosos en busca de hallar los desaciertos.
No hay duda, que es mejor dejar que el rio siga circulando, que fluya en nosotros pero sin nosotros, que desemboque en la creación de nuevas notas, que no van hacer eco en conjunto, pero se armonizaran en el abismo inmenso.
Las hojas muertas susurran las memorias anheladas, espectros que se deslizan en el intenso resplandor de una luz sin sombra, que quedo perdida en la agonía de unos sentimientos agonizantes que retornaron a unos pasajes del pasado, líneas sensibles, pero que nunca van a tener un desenlace para su final.
© Yenny Lorena Rodríguez G
© Yenny Lorena Rodríguez G
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