Nuestro destino el Embalse la Regadera, de esta manera le dimos la bienvenida a Diciembre, un sitio ubicado en Usme, debes llegar a la plaza central de Usme Pueblo, allí pasan los buses con destino al Hato – La Regadera, el recorrido es de 20 minutos, el costo fue de 5000 pesos ida y regreso, nos bajamos justo en la entrada al embalse y desde allí hay un trayecto de aproximadamente 45 minutos caminando hasta llegar a este lugar lleno de esencia.
Aquí podrás apreciar unos bosque llenos de plantas nativas, de pinos y de hongos que pintan de colores los alrededores del embalse, es importante aclarar que el embalse es propiedad privada del Acueducto, por tanto se debe pedir permiso a los guardas de seguridad para su ingreso, este maravilloso lugar se encuentra a unos 2900 msnm, el embalse fue construido en los años 1930 como parte del primer sistema de acueducto de Bogotá, surte el 25% de agua potable de Bogotá que está destinada para los barrios del sur de la ciudad.
Fue un día, muy especial, porque ademas de realizar senderismo tuvimos un gran encuentro para expandir nuestro amor y creatividad a través de la meditación pero afianzada con el tejido; Paula Aldana, fue la persona encargada en guiarnos y enseñarnos hacer el Tejido Ojo de Dios, resguardo a la Divinidad, una tradición ancestral, tan hermosa como cargada de espiritualidad.
El ojo de Dios no es una artesanía sino que pertenece a su cosmovisión del mundo, es más bien un nierika, un talismán., pertenecen a la tradición del pueblo Huichol (habitan el oeste central de México), un símbolo para ver y entender lo desconocido porque el ser infinito está más allá del nombre y la forma, el porqué de su forma se debe a que éste representa los cinco puntos cardinales ( Norte, Sur, Este, Oeste y el centro, punto de partida del todo). Así pues, esta pieza sagrada representa una guía para el ser humano, una figura religiosa muy importante en la cultura huichola hecha con hilos de colores, un reflejo de la espiritualidad que representa la unión del ser humano, con el mundo natural y las energías que lo conforman.
Para hacer mi Ojito de Dios, escogí el color rojo, verde, azul aguamarina , morado y negro, estar descalzo sintonizando con la tierra y poner nuestra vibración al máximo, es una forma de concientizarnos para aprovechar a favor nuestra armonía, abrir los chakras por medio de la observación de la naturaleza.
Sin duda una actividad que te muestra un lenguaje que llevamos en la sangre, en los ancestros, en los cromosomas y nos hacen reflexionar de aqui y ahora.
Para finalizar y dando comienzo a el primer día de Diciembre que mejor que encender nuestro mejores deseos, en ese orden de ideas, deseo que sea un mes lleno de mas ilusiones, nuevas risas, nuevos momentos, nuevos colores, nuevas alegrías y nuevas esperanzas, que la voluntad sea el motor de todas las cosas, la semilla que propicia todas las creaciones.
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