Nos empeñamos en creer que permanecemos siempre iguales, nos afanamos en sostener las mismas ideas, saben es mucha la energía, mucho el tiempo y muchos los recursos que en ocasiones, en ciertas etapas de nuestra vida, llegamos a dedicar a ser fieles no a lo que somos, sino a lo que aprendimos a creer que somos y de la forma más imprevista todos esos lineamientos se van al piso y esas creencias de tener el control en nuestra manos se desvanecen y de forma sarcástica nos demuestra lo frágiles que somos.
Hoy todos de menor a mayor grado sufrimos las consecuencias de esta pandemia, un virus tan pequeño en tamaño que se ha adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso.
Hoy Millones de personas se encuentran sofocadas buscando algo tan simple como el aire, seamos semilla y protejamos nuestro planeta.
Hoy Millones de personas se encuentran llorando por sus seres queridos, nosotros tenemos la posibilidad de afianzar nuestros vínculos familiares.
Hoy Millones de personas desearían detener el tiempo para compartir un poco más con sus seres que se fueron, aprovechemos el aislamiento.
Hoy Millones de personas estan en un hospital, mientras que tú tienes la oportunidad de hacer una pausa desde tu hogar, reinventarte y distinguir entre lo que tiene sentido y lo que no.
Hoy Millones de personas desearían darle un último adiós a sus seres queridos, acompañarlos, un duro proceso de duelo, mientras que nosotros tenemos la esperanza de volver estar juntos, brindar abrazos y besos pendientes.
Hoy Millones de personas se exponen, convirtiéndose en verdaderos héroes médicos, enfermeros y enfermeras, cajeros, cuidadoras, campesinos, limpieza, transportistas, seguridad, voluntarios, entre otros tantos, mientras nosotros podemos cumplir las normas para hacer su trabajo un poco más llevadero.
Hoy Millones de personas desearían tener un techo o una comida, nosotros podemos activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez y contención.
Millones de personas sin distingos de raza, estrato, credo o visión política pueden contanguiarsen, seamos conscientes que somos seres interconectados y que no estamos en una competencia sino unidos por un bien en común, recreando la más bella partitura de amor que honre la existencia.
Es posible que seamos una sociedad activa, con gran niveles de avances, grandes rascacielos, vehículos sofisticados y tecnología que genera puentes de acercamiento y crecimiento económico, pero resulta paradójico e inquietante que la vida nos demuestra que no somos más que eso, que no olvidemos interiorizarnos y a auto observarnos para comprender que “algo” hemos pasado por alto. Seguramente vamos a redescubrir las muchas pequeñas-grandes cosas que suceden a nuestro alrededor y que la costumbre ha hecho que pasen inadvertidas.
Estos sucesos nos invita a mirar los cambios propios de nuestra existencia como una expresión de regeneración, mirar adentro para proyectarnos afuera, dándonos cuenta de que el tiempo es sagrado y de que no podemos aplazar lo inaplazable.
Hoy todos de menor a mayor grado sufrimos las consecuencias de esta pandemia, un virus tan pequeño en tamaño que se ha adueñando de nuestras vidas, llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso.
Hoy Millones de personas se encuentran sofocadas buscando algo tan simple como el aire, seamos semilla y protejamos nuestro planeta.
Hoy Millones de personas se encuentran llorando por sus seres queridos, nosotros tenemos la posibilidad de afianzar nuestros vínculos familiares.
Hoy Millones de personas desearían detener el tiempo para compartir un poco más con sus seres que se fueron, aprovechemos el aislamiento.
Hoy Millones de personas estan en un hospital, mientras que tú tienes la oportunidad de hacer una pausa desde tu hogar, reinventarte y distinguir entre lo que tiene sentido y lo que no.
Hoy Millones de personas desearían darle un último adiós a sus seres queridos, acompañarlos, un duro proceso de duelo, mientras que nosotros tenemos la esperanza de volver estar juntos, brindar abrazos y besos pendientes.
Hoy Millones de personas se exponen, convirtiéndose en verdaderos héroes médicos, enfermeros y enfermeras, cajeros, cuidadoras, campesinos, limpieza, transportistas, seguridad, voluntarios, entre otros tantos, mientras nosotros podemos cumplir las normas para hacer su trabajo un poco más llevadero.
Hoy Millones de personas desearían tener un techo o una comida, nosotros podemos activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez y contención.
Millones de personas sin distingos de raza, estrato, credo o visión política pueden contanguiarsen, seamos conscientes que somos seres interconectados y que no estamos en una competencia sino unidos por un bien en común, recreando la más bella partitura de amor que honre la existencia.
Es posible que seamos una sociedad activa, con gran niveles de avances, grandes rascacielos, vehículos sofisticados y tecnología que genera puentes de acercamiento y crecimiento económico, pero resulta paradójico e inquietante que la vida nos demuestra que no somos más que eso, que no olvidemos interiorizarnos y a auto observarnos para comprender que “algo” hemos pasado por alto. Seguramente vamos a redescubrir las muchas pequeñas-grandes cosas que suceden a nuestro alrededor y que la costumbre ha hecho que pasen inadvertidas.
Estos sucesos nos invita a mirar los cambios propios de nuestra existencia como una expresión de regeneración, mirar adentro para proyectarnos afuera, dándonos cuenta de que el tiempo es sagrado y de que no podemos aplazar lo inaplazable.
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