martes, 20 de febrero de 2018

CERRO DE JUAICA


Súper emocionada, ya quería que llegara el día, desde que David me hablo de este sitio, de todos los fenómenos, misterios que encierra, mi mente estaba obsesionada por encontrar la manera de llegar a este lugar y genial de la forma que se dio, porque tuvimos la fortuna de ir con Laura Espinosa, terapeuta espiritual especialidad en ángeles, sanación femenina y médium, también en compañía de Uriel Salinas, Maestro Master de Kundalini Yoga, conocido por sus poderes curativos y sanadores. 

Salimos de Bogotá a las 6:30 am, un recorrido aproximado de una hora, ubicado entre los municipios de Tabio y Tenjo, a una altura de 3.100 metros sobre el nivel del mar. Este enigmático lugar tiene una connotación mágica, en el mundo se le conoce como la puerta abierta a otras dimensiones sensoriales, se habla de avistamiento de luces misteriosas sobre la montaña. 

Esta montaña fue adorada por los indígenas muiscas, quienes realizaban cultos, pagamentos y sacrificios en honor a sus dioses, principalmente a la diosa Juaica, a la que pedían buena ventura y abundancia, se dice que los indígenas acostumbraban a ver pasar luces fulgurantes por los cielos, a las que llamaban “ranchitos encendidos”. En épocas de la colonización hubo suicidios masivos de indígenas como acto de dignidad, pues preferían sacrificar sus vidas a ser sometidos. 

De todos estos eventos se atribuye la gran carga energética. Antes de empezar nuestro ascenso, realizamos un ritual, para solicitar permiso a la montaña, por lo que nos interiorizamos, cerramos los ojos, llamamos a los ángeles, las hadas, los seres de luz para que nos acompañaran en el recorrido, además nos mentalizamos el propósito del porque estábamos ahí, y pedimos con toda nuestra alma para que nuestros deseos se cumplieran, en ese momento nuestras manos se unieron con la tierra para sentir su simpleza e inmensidad de poder, recordando que somos parte de ella. Abrimos los ojos nos acercamos a una piedra grande que estaba al costado derecho y con el contacto de nuestra manos dejamos nuestro deseo, teniendo la certeza que durante el recorrido hasta la punta de la peña encontraríamos las respuestas. 

Y empezamos a caminar, el clima fue espectacular, el viento entraba por el bosque y el sol se alcanza a ocultar en medio de los árboles, cada vez la respiración aumentaba a medida que la altura también lo hacía. Los árboles y la hojas mojadas en el suelo, emanaban un olor a lluvia que relajaba el alma, realizamos una primera parada, que representa la TIERRA, elemento de la estabilidad, nos induce a pensar en donde estamos, dejando de un lado los supuestos para detallarnos en lo real. 

El día estaba a nuestro favor, un momento ideal para apreciar y agradecer, cada vez que dábamos un paso a la cima, la energía se trasformaba. Nuestra segunda parada represento el AIRE, elemento que nos lleva a pensar a donde quiero ir, a donde quiero llegar, sin embargo muchas veces esa idea se pierde, tratando de hacer y hacer y no SER. 

Continuamos con nuestro ascenso, mientras los contrastes y la vista se hacen aún más sorprendente, nuestra tercera parada represento el AGUA, un elemento de ligereza, de mirar a nuestro entorno y analizar si estamos a gusto con nuestra vida, con nosotros mismos, si es necesario soltar para sentirnos livianos y dejar fluir, aprender a descubrir lo que hay en el fondo de nuestro corazón, ser transparentes con nosotros mismos. 

Es un placer escuchar el ruido que hace el viento con las hojas, el murmullo de los pájaros, el olor de los eucaliptos, llegar a la cumbre es sorprendente y más aún empezar con la clase de yoga y meditación, ha este lugar también se le conoce como el cuarzo sagrado, momento propicio para activar su poder, llamar a los ángeles y guardianes de la montaña. 

La manecillas del reloj marco las 11:11 am, la hora más propicia para empezar la meditación, tiene un connotación energética, un portal con nuestra superconsciencia, por esto la importancia de mantener en positivo nuestros pensamientos, es una oportunidad para comunicarnos de forma directa con el espíritu, profundizar con nuestro ser interior como un ser multidimensional, momentos de pedir deseos y expandir energía a los demás. 

Nos acomodamos en el césped, extendimos nuestras mantas, nos sentados, cerramos los ojos, nuestra espalda derecha, nuestros hombros hacia atrás soltando todas las cargas, todos los pesos, la frente en alto, porque es la actitud que tenemos hacia la vida, las manos las dejamos en nuestras piernas mirando hacia arriba, como simbolismo de lo que vamos a recibir, inhalamos profundamente recibiendo el aire puro de la montaña quien nos va a limpiar todas las cargas y exhalamos, sintiendo como un humo gris sale de nuestra respiración llevándose pesos, preocupaciones, angustias y también lo que ya cumplió su ciclo. 

Posterior nos acostamos, nuestra espalda totalmente recta, realizamos unos cuantos ejercicios, nos relajamos, continuamos respirando, en ese instante unas gotas muy sutiles empezaron a caer del cielo, roció de protección y proveedor de vitalidad. 

Nuevamente nos sentamos, poco a poco abrimos nuestros ojos, calma, quietud, tranquilidad, bienestar, mientras nuestra guía espiritual, nos mencionaba que frente a nosotros teníamos una carta, con un significado, que tal vez en ese momento no lo lograríamos descifrar, pero nos ayudaría a encaminarnos a esa respuesta que buscamos. Tome mi carta roja, en ella estaba plasmada unos alas de ángel, la volteé e interiorice mi bello mensaje. 

Todo el recorrido fue perfecto, descendiendo el camino se hace más resbaloso, por lo que hay que ser firmes en nuestros pasos. La magia es absoluta, belleza natural, vibraciones poderosas llenas de sanación y de amor. 

Llegamos, donde iniciamos, nuevamente frente a esa majestuosa piedra, ahora mis manos se acercan a ella, no para pedir, sino agradeciendo, ya que ha sido un elemento de ayuda, en ese camino de conexión, conocimiento y respuestas.

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