Agosto, el mes indicado para que Skinny, nuestra cometa, disfrute de los fuertes vientos, en un lugar majestuoso y colonial, municipio boyacense, declarado monumento y patrimonio nacional, Villa de Leyva.
De Bogotá a Villa de Leyva, nos demoramos aproximadamente 3 horas, al llegar nos dejó encantados su belleza arquitectónica, sus mágicos alrededores, todo un placer recorrer sus hermosas calles empedradas, sentarnos a disfrutar del paisaje, visitar la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y conocer el Museo Antonio Nariño.
La plaza central estaba cercada, por el festival, una tradición que se realiza desde el año 1975, concurso municipal organizado por la señora Pepita Gómez de Camacho. De ahí en adelante se ha venido realizando este festival hasta llegar a ser el mejor evento de cometas del país.
Durante 3 días, todos los tipos de cometas (artesanales, precolombinas, tridimensionales, miniaturas, etc), tienen un espacio en el firmamento, un evento que hoy hace parte de la identidad cultural de Villa de Leyva.
Nosotros no nos podíamos quedar atrás, la prueba reina, halar y soltar pita para que Skinny saliera a volar, muchos puntos de diferentes tamaños y colores adornaban el cielo, Skinny estaba ahí bailando de un lado a otro, mientras las ráfagas de viento formaban una danza alrededor de él, no hay duda que esta actividad está llena de magia, nos trasporta a nuestra niñez, una pasión que nos seduce y nos alegra.
Después de esta actividad, a recargar energías, fuimos almorzar, gastronomía típica de esta región, cocido boyacense, arepa y un buen postre; cuajada con melao.
Villa de Leyva, un tesoro arquitectónico y urbanístico, de ahí pasamos a Ráquira, un espectáculo colorido, pueblo precolombino donde nos muestra el barro en todas sus presentaciones, cada rincón tiene su encanto, la tentación a comprar todo lo que ves es muy grande, porque en verdad uno se enamorada de cada detalle.
Ya para terminar los dejo con esta frase “vuela, vuela cometa de colores, la tormenta pasará, más allá de las nubes hay un sol que brilla, allá donde los vientos no suelen parar, Si allá donde la soledad la parten los rayos de luz”
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